en la apertura de las manos inciertas
para prevenirte en el tiempo
de posibles quimeras.
Entre los mitos ardientes de infancia
acuesta los ojos la tristeza densa
para envolver las pobres entrañas
en obtusas dolencias.
Con delirios marchitos de flores viejas
se decora en el andar la vasija esbelta
refrescando las palabras inquietas
en la narración modesta.
Reserva mi esperanza en la cautela
dejando las manos entre semillas ciertas
con decoro de palabras bellas
que reclaman los días de mi conciencia.
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