Escupes la sangre de tus heridas
para ensuciar la absurda venda
de quienes dejaste heridos de encono.
Aireas tus versos tóxicos
reprendiendo la huella estéril
de quienes evitan tu rostro.
Hieres el sueño perdido
con pasados helados de reposo
susurrando astillas de corazones rotos.
Retuerces la senda perdida
esperando el cesto cerrado
para dejar el olvido de despojos.