Siguen las piedras calzando mis pisadas como zuecos de vida como medias en el alma. El empedrado de tiempo que acaricia la marcha, espera el horizonte, en una intemporal parada. Ya resurge el gemido, como rechinar rocoso, de recuerdos sin palabras. Ya estrecha el camino, como miradas sesgadas, de pasos silenciosos que hablan. Siguen las piedras, acurrucando las palabras, como sacos de memoria como musgo viejo para la calma.
Es escarcha que humedece el agua como amargo líquido en mi ventana, como brillo que acelera el alma de cristal. Son reflejos que purifican nuevos vuelos entre destellos que cieguan sin repiquetear en el tránsito fluvial.
Foto: Maribel Chamborro
Vuelan así las lágrimas, olvidando la discordia de colores como la mariposa que prefiere soñar. Algo se desliza y finaliza corrompiendo el interior, con la osadía del verde vegetal, con la luz del barro que resurgirá.