Algunas de mis pisadas...

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lunes, 14 de octubre de 2024

DÍA DE LAS MUJERES ESCRITORAS

EL ESPINO DE LA ALONDRA



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El tiempo deambula entre las pisadas de aquellos caminos incesantes de pasados donde albergar, entre nostalgia y armonía, las palabras de aquella mujer. Nada estorba en el recuerdo de su semblante, que escarba entre sus ojos vivos y azules la sutileza del pasado que parece siempre presenciar las historias de hoy...

Así explicaba Míriam en su cuaderno personal, la línea incesante de su estirpe familiar, entre los recuerdos de aquellas predecesoras de una saga arropada por una buena suerte tan limitada a la tranquilidad de la comida y el techo asegurado. En aquella época era suficiente.

El sentimiento de evocar acomoda su ansiedad por conocer a quienes reposaron su estado temporal en la reminiscencia que forma parte de la historia que siempre se repite. Mucho más en aquellos tiempos finitos que atosigaban el olvido, dejando las cenizas de sus propias hogueras donde desaparecen las fragancias de demasiadas angustias y pérdidas.

No eran momentos para descifrar pensamientos, y menos para exponer luchas colectivas en una sociedad demasiado enferma de hambre y represión. Míriam seguía caminando por la senda descifrada en sus anotaciones, miraba a cada una de las cunetas para intentar destejer el mapa de sus recuerdos hilvanados por los susurros de sus antepasados y apretando la pequeña libreta de notas gastada de amuletos de esperanza y pasado. Todavía quedaba una última zancada para llegar al punto de inflexión de su descubrimiento. Allí tenia que encontrar al misterioso Javier. El eslabón de una historia familiar que dejó una consanguínea huella de silencio.

Javier tenía 18 años. Nunca imaginó que una noche vendrían a por él para ser enviado al frente. Como bien le contaron a Míriam, el sonido de los camiones militares alertó del reclutamiento de los jóvenes para la batalla. Javier, como muchos otros, casi no sabía ni leer ni escribir. Un detalle innecesario para el cotidiano lenguaje de la naturaleza y los surcos escritos sobre la tierra. Eso sí, el joven Javier se había significado desde adolescente por su inconformismo social, la sabiduría para cuestionarse el presente y la certeza de que otras vidas eran posibles. Aquella noche simplemente estampó su huella dactilar en aquel oficio donde, imperativamente, consentía su entrada en combate.

El paso de los meses dejó silencios sobre el paradero de Javier. Un día, encontraron una rama de espino blanco enganchada en el pomo de la puerta familiar. Un simple anécdota que parecía jugar a la primavera. Otra cosa fue encontrarse cada día con un nuevo ramito de espino. La madre de Míriam no pudo dormir aquella noche. En su duermevela volvieron los recuerdos de su hermano Javier y la caseta de la Alondra. Llegado el amanecer decidió salir al monte y acercarse hasta aquel refugio infantil.

Míriam recorría ahora el mismo camino que hizo su madre. Tal vez con la misma ansiedad que ella, anhelando descubrir aquel secreto familiar que siempre formó parte de silencios eternos en el álbum de fotos.

Allí estaba Javier, apoyado en la esquina de la pared con un rostro demacrado y enfermo. La madre de Míriam nunca olvidó aquella escena reventada de emoción y preocupación al mismo tiempo. Se abalanzó hasta su hermano dejando el llanto entrecortado entre preguntas infinitas que no dejaba contestar. Javier había huido del frente. Al caer herido, tuvo la suerte de ser olvidado entre los primeros cadáveres que vio en su vida. Sabía que en aquellas se hacían pocos recuentos y posiblemente lo incluirían como uno más en las fosas comunes que silenciaban el horror de la guerra. Javier huyó del esperpento bélico del que nunca quiso participar. Sabía que sus heridas cronificadas estaban consumiendo sus días y ante la imposibilidad de poder escribir una carta, quería que su familia supiera por última vez de él. Poco más había que hacer ya.

Al llegar la noche, Javier falleció dejando el tesoro personal de no haber disparado ni una sola vez en aquel delirante conflicto. Las manos de su familia construyeron una fosa profunda donde darle descanso. Unos días después, llegó una carta certificada donde se comunicaba que había caído en la contienda, felicitando a la familia por la valentía de Javier en la lucha por su patria.

Una mañana, la madre de Míriam regresó a la caseta para plantar un espino donde reposaba su hermano. Le contó que cada año, al principio de la primavera, se acercaba para recoger una rama floreada de blanco y dejarla en el pomo de la puerta familiar.

Míriam entró en ese empedrado habitáculo. Allí se encontró con el suelo cubierto de ramajes que parecían proteger la frondosa planta que destacaba del resto. Le costó cortar uno de los gajos para dejarlo entre sus anotaciones y suspiró al cielo que ahora servía de tejado.

El camino de regreso fue el epílogo a un silencio que contaba, a la postre, una historia hermosa. Se acercó a la habitación de su madre, ató la ramita de espino en el pomo de la puerta y abrió la ventana: “la alondra volvió a casa en primavera, mamá.

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domingo, 13 de octubre de 2024

ESPERO DESPIERTO

 Es el agua que resbala de la fuente

la que recuerda el viento en la orilla    

y riza el sueño de tu pelo.


Es la tierra que derrama raíces 

la que añade gredas ausentes

donde doblar el juego del recuerdo.


Es el cielo que acuna la vida

el que añade el aura a tus dedos

para acariciar el hilo del tiempo.


Es el alma de tu esfinge

donde rebrotan las semillas

para tocar la brisa y esperar despierto.

domingo, 15 de septiembre de 2024

EL VIENTO DE LAS ALMAS





Qué tendrá el viento de las almas 

que cuando extinguen su resuello

lo atrapa el espectro del cobarde

para jugar en su bolsillo.                                                    


Qué tendrá el tiempo en la vida

que replica el pasado de colores

rellenando la negrura del día

para justificar el grito de la ira.


Qué tendrá el silencio que mira

que sin querer sigo esperando

entre el recuerdo incesante

para volver a mirar tu risa.


viernes, 24 de mayo de 2024

LA DOCILIDAD DEL TIEMPO

 

Resbala el tiempo entre segundos 

que enrosca la garganta dócil                                           

para dejar la palabra incierta.


Navego en las aguas inmensas

donde descifrar la última epidemia

donde devorar la mentira eterna.


Repudio la insolencia de las voces

las que siempre escupen desconciencia

enquistando la ira que ejecuta y quiebra.



sábado, 25 de noviembre de 2023

EL DELIRIO DEL VIENTO

 En la brusquedad del tiempo

aisla la ventisca los sueños

que rasguñan quimeras

por los aires de barlovento. 


Intercedo el rezo que desea

con aristas envueltas de duelo

para deshilachar ovillos 

que descalzan el pisar perpetuo.


Prometo respirar de fondo

como el mar que aprieta el polvo

para sollozar en la bravura hégira

en el delirio del viento que no cesa.



jueves, 12 de octubre de 2023

HUECOS DE DISTANCIA

 En los huecos del silencio 

cincelo la esperanza cana

con susurros del cabello suelto

entre delirios de hojalata.


En los vacíos de la lluvia

aprieto los pasos de escarcha

como palabras que apresuran

entre deseos que arañan.


En la distancia de tu presencia

moldeo recuerdos que abrasan

como heridas que resbalan

entre el dolor que no engaña.

lunes, 28 de agosto de 2023

EL OLVIDO

 


Regreso al silencio de mi estorbo

el que grita los días sin rabia

acallando la sordera del alma.

Descamino los luceros ocultos

donde amarrar el rostro a mis ojos

para revolotear entre despojos.

Abrigo el tiempo limpio de pasado

entre escarcha que quema

y llamas de olvido que no volverán.