Desgarro las letras sueltas
que juegan al viejo verso
que esculpe tu mirada.
Nada queda en el tintero,
como la agonía temblorosa
del último charco de la mañana.
Podría emborronar otra hoja
hasta pintar páginas rosas
que soñaran con tus palabras.
Pero la sed solo despierta recelo
y escupe dolor en mi espalda,
de tanto que quise,
para olvidarte en mis entrañas.
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